Un texte chez un Français dessous
Desde el 2008, Ana Matey recolecta plumas. Esas plumas vuelan, aterrizan en diversos lugares y vuelven a volar. El espacio o25rjj ubicado en Loupian, Francia tuvo el honor de ser unos de estos lugares (el tercero) que Ana Matey y sus plumas escogieron para desplegarse.
Sus poéticas instalaciones están compuestas de materiales que padecen la accion del tiempo, de videos, que atestiguan las acciones que se dieron en otros escenarios. Este work in progress en el que el tiempo y los materiales parecen detenidos, habitó literalmente nuestro espacio durante dos semanas.
Antes de la propia llegada de Ana Matey, el espacio se estaba llenando con el espíritu de su acción. Dos plumas de diferentes orígenes llegaron por correo como respuesta a la llamada de la artista en el marco de su acción colaborativa « Volver a Volar ». Partiendo de esas dos plumas Ana Matey elaboró la acción central del proyecto. Esa acción se dio a ver en la noche del 29 de septiembre .
Durante la primera semana, vivió en el propio lugar donde se construyo la acción, en la planta baja de una casa de campo. Allí fue notando detalles que respondían con su trabajo: la madera de la chimenea, las escaleras, la oscuridad del garage, el largo pasillo. Habitó el espacio y lo puso en resonancia con sus materiales y su proceso y termina por instalar «El Recolector de Plumas».
El color blanco domina en el processo. Las plumas, los cabellos, los productos alimenticios que se alteran así como los vídeos dan a ver la evolución de este work in progress. Algunos trabajos son interactivos. Una serie de dibujos muy poéticos interactúan con el público. Son composiciones ligeras y delicadas suspendidas en el aire. En este universo metafórico, inscripciones en la pared orientan al público sobre el sentido político y social de la propuesta artística.
El trabajo de instalación duró una semana. Es cuando el público estuvo invitado a descubrir la exposición y participar a la acción mayor «Volver a Volar». Esta performance ha sido creada para el espacio siendo la base las dos plumas llegadas por correo.
Una mesa baja blanca cubierta de terrones de azúcar y dos sillas instaladas por ambos lados de la mesa dificultan el paso del público hacia los otros espacios de la exposición. Encima de la mesa dos montones de sal encierran dos plumas sobre dos platos suspendidos. Arriba dos piezas de hielo en suspensión encierran igualmente dos plumas. Ana Matey sentada en una de las sillas se dispuso a derretir el hielo con el sólo calor du su soplo y de su cara durante cinco horas, invitando de forma tácita al publico a sentarse en la silla que la enfrenta y en hacer lo mismo que ella con la otra pieza de hielo.
Por debajo de la chimenea, otras dos piezas de hielo gotean en dos jarras dejando aparecer dos pedazos de madera en los que un hilo de color rojo está enrrollado. De vez en cuando, Ana Matey va llenando su boca con el contenido de una de esas jarras para escupirlo en su pieza de hielo y así inundar el plato de sal.
El trabajo es duracional y está acentuado por la consigna dada al público de pasar uno por uno por la silla del «invitado» y esperar a que termine la acción del invitado para pasar.
La larga duración ofrece al público la posibilidad de detenerse y enfretar la instalación y la evolución del trabajo.
El tiempo estaba como detenido, y el público estaba en estado de impaciencia, anxioso con la posibilidad de perderse el final.
En las escaleras de la entrada de la casa pintada de blanco por la artista para la instalación, piezas de hielo están derritiéndose y dejan aparecer huevos, alfileres y un texto que dice «marcher sur des œufs»(caminar sobre huevos).
Una vez las dos plumas liberadas de sus respectivas piezas de hielo, Ana Matey las colocó sobre un papel fotosensible y las cubrió con platos transparentes.
Durante los cinco días a continuación, Ana Matey decidió ofrecer una acción cotidiana de dos horas de duración.
El primer día, la artista enmascarada, mojo sus dedos con agua y los dejo gotear sobre lo que quedaba de el montón de sal para liberar la pluma que quedaba presa.
El segundo día, la artista hizo lo mismo con la otra montaña de sal. Las dos plumas liberadas estuvieron igual colocadas sobre papel fotosensible recubiertas con platos transparentes.
El tercer día, Ana Matey lleno de plumas la superficie del piso delimitada por el sol que penetra en la sala.
El cuarto día, con un bote de cristal lleno de plumas ajustado en el estómago, Ana matey decidió salir a la calle para continuar con su acción. Caminando lentamente por los callejones del pueblo iba sacando las plumas del bote contándolas.
Cuando se le llenaba la mano con las plumas, las fue regalando a las personas que allí se encontraba, las repartío en los buzones y lanzo las que le sobraba al aire. En el transcurso de la accion conto hasta 1,700 plumas en dos horas. (las plumas que llenaban el bote fueron recolectadas por ella misma durante todo el año anterior).
El quinto día, Ana Matey liberó las plumas que estaban por debajo de los platos transparentes. Fijo las hojas de papel fotosensible en las cuales aparecen el negativo de la plumas terminando así con todo el proceso.
En el piso, inscripciones documentaban las cifras clave de las diferentes etapas del proceso.
Texto de Pascale Ciapp, comisaria y gestora de Espace o25rjj (2012)
Depuis 2008, Ana Matey récolte, collecte, glane des plumes. Ces plumes s’envolent, se posent dans des lieux et s’envolent à nouveau. L’Espace o25rjj à Loupian, France, a eu l’honneur d’être un des lieux (le troisième) qu’Ana Matey et ses plumes ont choisi pour se déployer.
Les installations délicates, toutes de grâce poétique, sont composées de matériaux qui subissent l’action du temps, de vidéos, traces d’actions réalisées dans d’autres lieux d‘exposition…
Ce work in progress qui propose également des actions sur plusieurs jours et met en suspension les matériaux et le temps a habité l’Espace o25rjj pendant deux semaines.
Avant même l’arrivée d’Ana Matey sur les lieux de sa résidence, l’Espace o25rjj était emprunt de son action. Nous avons en effet reçu par courrier deux plumes d’origines différentes, résultat de l’appel lancé par l’artiste dans le cadre de son action collaborative «Volver a volar».
C’est à partir de ces 2 plumes que Ana Matey construira l’action majeure qu’elle présentera au cours de la soirée du 29 septembre.
Pendant la première semaine, elle habite le lieu, un rez de chaussée d’une habitation de village, et relève des particularités qui font sens avec son travail : le bois de la cheminée, les escaliers, l’obscurité du garage, la longueur du couloir. Elle vit l’espace et le fait résonner avec ses matières et son processus puis installe «El Recolector de Plumas».
Le blanc est dominant dans son processus. Des plumes et des cheveux, l’instabilité de denrées alimentaires ainsi que des vidéos montrent l’évolution du ‘work in process’. Certains travaux sont des propositions interactives. Ainsi, une série de dessins toujours très poétiques interagit en fonction du public: des compositions en suspension toutes en délicatesse et légèreté. Dans cet univers métaphorique, des inscriptions sur le mur orientent le public sur l’engagement politique et social du travail proposé.
Après une semaine d’installation, le public est invité à découvrir l’exposition et à participer à l’action majeure “Volver à volar”. Cette performance a été créée en fonction de l’espace et des 2 plumes reçues. Les chiffres ont une place importante dans le travail d’Ana Matey, son action et les suivantes ont donc été pensées autour du chiffre 2.
Une table basse blanche recouverte de cubes de sucre avec deux chaises installées de part et d’autre, rendent difficile le passage du public pour se déplacer dans les autres espaces d’expo- sition. Au-dessus de cette table, deux monticules de sel renferment 2 plumes sur 2 assiettes en suspension.
Au-dessus de ces 2 assiettes, 2 blocs de glace en suspension qui renferment eux-mêmes 2 plumes. Ana Matey assise d’un côté de la table va pendant plus de 5 heures faire fondre la glace avec la seule chaleur de son souffle et de son visage, invitant – tacitement – le public à faire de même pour l’autre bloc de glace sur une chaise placée en face d’elle.
Sous la cheminée, fondent 2 autres blocs de glace qui, gouttent dans 2 blocs, et révèlent 2 bouts de bois captifs entourés de fil rouge.
Parfois, Ana Matey va remplir sa bouche du contenu de l’un des bols pour le déverser sur son bloc de glace et inonder l’assiette de sel.
La lenteur de l’action était accentuée par la consigne donnée au public de passer un par un de- vant la chaise de l’”invité” et d’attendre la fin de l’action de l’”invité” pour passer.
Cette lenteur offre au public la possibilité de s’attarder longuement sur l’installation et l’évolution du travail.
Cette suspension est aussi suspense : le public est dans un état d’impatience, confronté avec la possibilité de rater la fin.
Dans les escaliers du sas peint en blanc par l’artiste pour les besoins de l’installation, des blocs de glace recouvrent une marche et révélent en fondant des œufs, des épingles et un texte « marcher sur des œufs ».
Quand les deux plumes des blocs de glace sont libérées, Ana Matey les place sur du papier photosensible, plaquées avec des assiettes transparentes.
Pendant chacun des cinq jours qui ont suivi, Ana Matey a décidé de faire une action de 2 heures. L’horaire est choisi en fonction de l’ensoleillement de l’espace, en fin d’après-midi.
Le premier jour, l’artiste porte un masque de nuit rouge, elle trempe ses doigts dans un récipient de 2 litres d’eau et laisse tomber les gouttes sur ce qu’il reste du monticule de sel pour libérer la plume captive du sel.
Le deuxième jour, l’artiste fait la même action pour l’autre monticule de sel.
Les deux plumes ainsi libérées ont été placées elles aussi sur du papier photosensible, plaquées avec des assiettes transparentes.
Le quatrième jour, un bocal de plumes fixé sur son ventre, Ana Matey a décidé de réaliser son action dans le village. Tout en avançant doucement dans les ruelles, elle sort les plumes du bo- cal, les compte et les mets dans son poing. Quand il y en a trop, elle les distribue aux passants, puis dans les boîtes à lettres, puis au vent. Elle aura au cours de cette action compté 1700 plumes pendant 2 heures.
Le cinquième jour, Ana Matey a soulevé les assiettes plaquées sur le papier photosensible et libéré les plumes. Elle a affiché les feuilles de papier sur lesquelles étaient imprimées en négatif les plumes achevant ainsi cette étape de son processus.
Sur le sol, des inscriptions à la craie documentent les chiffres clé correspondant à différentes étapes du processus.
Pascale Ciapp (2012)
Comentarios recientes